Siempre he pasado la vida pensando cual seria el mejor momento para vivirla: cuando estuviese delgada, cuando tuviese novio, cuando encontrase al amor.
Con el paso de los años fui logrando alguna de estás cosas pero me encontraba en el mismo sitio, puesto que ahora anhelaba más, ya no era suficiente ser delgada, ahora quería ser bella; ya no era suficiente tener novio, ahora quería un buen novio.
Posteriormente al darme cuenta que lo tenía todo (o casi todo), me percate que no era suficiente, ahora tenia que ser buena, graciosa, transparente.Puesto que todos iban mejorando a la par.
Al ir envejeciendo me di cuenta que el mejor momento era aquél, aquél donde de niña no era la más bonita ni delgada, pero no era necesario, nadie se casa a los 5 años de edad.
El mejor momento era aquel donde jugaba volley ball con mis primos, y sin embargo no lo disfrute completamente. Reflexionaba sobre mi futuro, me traumaba con mis formas y mis carencias, que no solo eran físicas si no también emocionales.
Creía que solo sería feliz y reiría con toda el alma (aunque la situación lo ameritara) cuando estuviese feliz con mi forma física y mi vida. Simplemente lo pensaba y seguía jugando, pero nunca di lo mejor, nunca di el 100 por ciento.
Ahora que estoy en lo que yo idealizaba mi mejor momento, por su puesto que soy más feliz, gozo más la vida, pero recuerdo momentos que pude haber disfrutado estando como estaba. Ahora que he aprendido a reírme de mí misma, de la vida y de los demás, con sabiduría y comprensión, me he dado cuenta que perdi muchos momentos de júbilo.
Y saben que, el mejor momento no le pide nada a los demás, de hecho, es exactamente igual a cualquier otro. Siempre con cualidades y deficiencias, gente buena y gente mala, paisajes bellos. La única diferencia es la actitud de uno mismo.
Cualquier momento tiene lo suyo, sus ventajas y desventajas. Yo solo veía las desventajas de los momentos comunes y las ventajas del momento ideal. Ahora que estoy en el momento ideal veo sus desventajas y me arrepiento de no haber vivido las ventajas de los otros momentos.
Me arrepiento de no haberme reído a carcajadas mientras jugaba volley ball con mis primos, de no haber engordado otros 10 kilos que al fin y al cabo no importaba, me arrepiento de no haber estado ahí.
